Movimiento en 2010, pero sin violencia

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El Universal

RICARDO IBARRA

El escritor Carlos Fuentes se pronunció hoy a favor de que el Bicentenario de la Independencia de México, a celebrarse en 2010 junto con los cien años de la Revolución, no traiga consigo un estallido de violencia.

El escritor, que participó en una mesa redonda sobre las independencias americanas en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), hizo su alusión dadas las «fechas cabalísticas» que son para México 1810 y 1910.

«Vamos a movernos, pero yo espero que no sea un movimiento violento», dijo en alusión a las voces que pronostican un cambio para el país a través de un estallido social, como en el año diez de cada uno de los dos últimos siglos

Con casi la mitad de sus 107 millones de habitantes en la pobreza, caída generalizada de la economía y una creciente violencia del narcotráfico, parte de la población expresa cotidianamente su descontento por la clase política y su gestión de la nación.

«Espero que accedamos a un año diez en que le demos prioridad a la educación, a la justicia, al pluralismo, ante un país muy dividido, con estructuras políticas muy endebles, con partidos políticos nada confiables, con personalidades públicas menos que confiables», señaló Fuentes.

El escritor, uno de los autores más respetados del país, ha caracterizado su obra por reflejar en ella el lado más oscuro del poder en la sociedad mexicana, siempre con un toque sardónico que desnuda los males endémicos del país.

Por su parte, el ensayista e historiador cubano afincado en México Rafael Rojas cuestionó si este siglo XXI será por fin el de la democracia en los pueblos latinoamericanos.

«Si para América Latina el siglo XIX fue el siglo de la República y el XX el de la Revolución, ¿será el XXI el siglo de la democracia?», se preguntó.

«No lo sabemos, pero deberíamos tratar de no repetir el error de nuestros antepasados pensando la democracia como un sistema milagroso que por sí solo traerá equidad y desarrollo a nuestras naciones», se contestó luego.

Rojas acababa de recibir poco antes el I Premio Internacional de Ensayo Isabel Polanco, por su libro sobre las independencias americanas «Repúblicas de aire: utopía y desencanto en la revolución de Hispanoamérica».

En la mesa participó también el historiador mexicano Enrique Florescano, quien dijo que los últimos 200 años han traído logros sustanciosos, como la fundación de la República, la conquista de la representación política, la ambición de leyes iguales para todos, el estado laico y la integración de la diversidad territorial.

Todo ello, además, regido por el derecho, añadió.

«La cruda realidad nos dice que hoy tenemos un país partido social y políticamente en tres bloques diferentes, nuestro estado es reproductor de desigualdad», dijo sobre México.

«Su ineficacia lo ha hecho perder legitimidad ante los ciudadanos y para colmo, está asediado por terribles poderes internos, fácticos, y externos como el narcotráfico», expuso Florescano.

«Del Estado solo podemos esperar que sea lo menos malo posible, pero que sea», remató.

El diosero

RICARDO IBARRA

El Tiempo

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Un artesano mexicano de un pequeño pueblo del oeste del país se ha ganado el mote de «diosero» por elaborar estatuillas de barro a las que algunos les atribuyen milagros, explicó hoy el propio artista en su taller de la comunidad San Juan Evangelista, en el estado de Jalisco.

«Tengo una esculturita que hice de San Juan Evangelista a la que le han atribuido milagros. Está muy pequeñita. Pero para mí eso depende de la fe y las creencias que tenga cada quien», dijo a Efe Martín Ibarra Morales, de 43 años.

Entre las anécdotas de supuestos milagros Ibarra destacó el de una tía de su esposa, quien tenía a un hijo en grave estado de salud por unos tumores en la cabeza.

«En el hospital ella le prestó la pequeña estatuilla de San Juan Evangelista a su hijo y cuando él la vio, como le tiene mucha fe, dijo: ‘ahora sí sé que me voy a aliviar’, y ahí anda el señor vivo todavía», señaló el artesano.

Esa historia corrió entre los habitantes del barrio Miravalle, en la ciudad de Guadalajara, la capital del estado de Jalisco, adonde la madre del paciente recuperado llevó la estatuilla elaborada por Ibarra.

En ese lugar los vecinos realizaron un novenario a la figura «y ya no la querían devolver, hasta que la pedí de regreso», manifestó el escultor.

Otras de sus creaciones generan devoción entre los creyentes, como una «Virgen de Zapopan», que realizó y regaló a un seminarista estadounidense, la cual «anda por Estados Unidos» y de vez en cuando «la sacan por los barrios», aseguró.

Según el artesano, las autoridades del estado de Jalisco han obsequiando algunas de sus estatuillas a importantes personajes y figuras de la política internacional, entre ellas la Casa Real de España.

Martín Ibarra insistió en que no tiene ningún «poder» para hacer que sus piezas se conviertan en iconos de fe para algunas personas, aunque explicó que «vierte» una parte de su «ser» en cada estatua.

«Lo que yo hago no le veo el valor económico. Yo disfruto la escultura, la siento y le pongo algo de mí, porque también depende de tu estado de ánimo», sostuvo.

«Si estoy alegre o si estoy feliz, transmito el sentimiento, y también cuando creo algo lo hago pensando en que sea para bien», apuntó.

Su taller es un pequeño espacio edificado con barro como sus esculturas ubicado justo frente la iglesia de San Juan Evangelista, el cual se encuentra en la llamada «Ruta Franciscana», una serie de municipios por los que anduvieron los evangelizadores en México durante los siglos XVI y XVII.

La iglesia tiene motivos prehispánicos, debido a que en su construcción participaron indígenas mexicanos, y en su interior se puede apreciar el sincretismo entre las creencias que profesaban los franciscanos y los cultos religiosos de los nativos, como un rostro del dios azteca Tláloc en la fachada del templo católico.

Ibarra aprendió el arte de hacer figuras religiosas de su padre, quien empezó a elaborarlas de barro después de descubrir una tumba que albergaba distintas ofrendas en cerámica.

Ahora que otros comienzan a imitar su obra, el artista piensa continuar innovando sus obras por medio de la simbiosis del estilo prehispánico y su propia manera de crear y divertirse.

Sueño con el miedo

Nos detuvimos frente a un semáforo con la luz redonda encendida en rojo. Metí el freno. Con las manos sobre el volante. La mirada fija hacia adelante. Devorando mis pensamientos uno tras otro, guiándolos por el cauce de mis insatisfacciones hacia una cascada que siempre precipitaba en nada, en una laguna revuelta que yo creía disimular con una postura seria y quieta.
Es que ustedes están programados, me dijo mi acompañante desde el asiento del copiloto. Tienen un entrenamiento para obedecer órdenes. Es la fundación del miedo. Tus padres crecieron con el miedo de desobedecer a sus padres porque ellos mismos tenían miedo de transgredir a tus abuelos, quienes a su vez padecían el temor de provocar la ira del amo, del patrón. “Mande”, decían siempre. Y te obligaban a ti a responder de la misma manera que lo hacían tus tatarabuelos esclavos. Es la constante espiral del miedo. El miedo se mama. Alimentan con ello a sus hijos las madres. Y no le permiten al hijo desarrollarse pleno de sus facultades emocionales, psíquicas y físicas, porque todo es un atentado al sistema, al control que hay que obedecer, porque ofendes a Dios, porque va contra las leyes de la Iglesia, va contra tu patrón que te emplea para que sobrevivas.
Siempre es la sumisión, el sometimiento de la voluntad del otro, por otro, que se considera mayor y por tanto dicta las órdenes porque se supone en la jerarquía elevada en el primer nivel de la pirámide, aunque sea su personalidad tan diminuta como una rata, esclavizándote y esclavizando a otros como tú.
Tú crees que eres dueño de tu vida. Crees que te perteneces, pero tuyo es nada. Son de él, le perteneces al sistema que te parió, a la electricidad que has mamado desde el vientre, a la combustión de los placeres de tus padres. Eres de ellos. Debes tu auto, tus muebles, tu casa, te consumes en tus vicios, tus cigarros, tu licor, y crees que eres libre, porque eliges destruirte.
Al hombre de hoy le enseñan a destruir y destruirse en el camino, mientras llega al lugar de poder donde elige las reglas para corromper y destruir a los otros.
Esas personas, las del poder, hablan de nosotros como si realmente les importáramos, como si realmente dedicaran sus vidas, su voluntad y oficio por que tú tengas una vida mejor. Es mentira. Ellos velan sus propios intereses. Mientras tú te ahorras los pesos que guardas en tu bolsa para gastarlo en el transporte público que te llevará a ningún lado, ellos están pensando en obtener más. Y es su juego. Decirte lo que quieres escuchar, hacerte ver, soñar fantasear con un mundo que existe solo en tu cabeza. Es una ilusión. Todo es una ilusión. ¿No te has dado cuenta? Y qué haces tú, te da lo mismo, porque al igual que ellos te vale madre lo que le pase a los demás, y que se pudra el mundo mientras tú estés encima de la montaña de tu corteza cerebral viendo como el fuego consume las ciudades.
Y qué importa el mundo, el planeta, la gente, la vida natural. Por mí que reviente desde sus entrañas más profundas. ¿No? Eso piensas. Lo piensas porque el sistema te educo para que pensaras así. No te enseñé eso el buen gobierno o el buen ejercicio del poder, porque eso aquí en México es una falacia. Aquí y en otro cientos de naciones. O acaso crees que México es el único, y que tú eres el único con este tipo de cuestionamientos.
El país está podrido, el mundo está podrido porque la humanidad lo está y porque no hay una plataforma educativa que lo mejore. Lo único que enseñan los imperios de hoy es que trabajes y que te endeudes para que ellos sigan libres mientras te amarran con cadenas crediticias y te diseminan los testículos con sus hermosos rostros laqueados y sus gemidos de puta vacía que admiras por televisión.
Todo lo que te han hecho creer es mentira. Las ropas que usas, el auto que tienes, el título que colgará de la pared de la casa de tus padres, la cerveza que bebes, el humo que inhalas, la mujer a la que le violas el espíritu, todo, mentira.
Eres rebelde porque es tu momento de serlo. La rebeldía es lo único auténtico de la juventud. Es lo que forja tu espíritu. El ir en contra del sistema. Desobedecer. Romper los círculos de la costumbre. Es el único momento en que flotas y te conviertes estrella de tu propio destino, de tu propia fatalidad y resurrección.
Siga. La luz parpadeó con su vistosa cara verde. Indicándome el camino hacia adelante. En automático, reaccioné con el entrón de la primera velocidad.

Ricardo Ibarra

Partera a los 16

Bertha Martínez atiende a mujer en su consultorio

El Universal

RICARDO IBARRA

Con sólo 16 años, Bertha Martínez Sebastián combina su asistencia a la escuela con su labor de partera tradicional en un aislado pueblo del estado de Oaxaca, sureste de México, donde ha atendido más de 40 partos en su corta existencia.

De la etnia mixe, oriunda del pueblo de Santa María Alotepec, Bertha Martínez ejerce como partera desde los catorce años y atiende, sobre todo, a las más jóvenes de su localidad, según explicó en entrevista con Efe.

Para ser atendidas en un hospital público, las mujeres embarazadas de esta población deben viajar durante cuatro horas para llegar a la ciudad de Oaxaca, capital del estado.

Bertha dijo que su corta edad ha generado la desconfianza de algunas mujeres, pero comentó que son cada vez más las que ponen a sus hijos en sus manos, en particular las más jóvenes de «entre 19 y 32 años».

«La primera vez que ayudé en el parto, con 14 años, recibí a un niño. Como era la primera vez que asistía, al principio sí sentí miedo, pero ya que nació el bebé fue muy hermoso», relató la joven partera.

En México, el número de parteras tradicionales es cada vez menor, aunque hay sitios, especialmente en las zonas indígenas y rurales del país, donde las mujeres aún conservan las técnicas de la medicina naturista, con el apoyo de la herbolaria, tal y como hace Bertha Martínez.

Lo común es que sea la madre o la abuela quien deje en herencia este oficio a sus descendientes e incluso hay quienes «sueñan» que serán parteras y manifiestan conocer las habilidades de esta práctica por medio del sueño, explicó.

En su caso, aprendió el oficio a través de organismos civiles que promueven métodos naturistas, entre ellas la organización Nueve Lunas, que tiene un programa de formación para parteras llamado «Luna Llena».

Desde los 14 años, Bertha es miembro de la Red por los Derechos Sexuales y Reproductivos de México y desde entonces asiste también a congresos internacionales y cursos de capacitación en Morelos y Chiapas, estados contiguos a Oaxaca.

En la también ciudad mexicana de Guadalajara aprendió recientemente técnicas de acupuntura, que utiliza en su pueblo para sanar a la población, con el apoyo de la Asociación para la Preparación de Acupunturistas Indígenas, organismo que ayuda a promover la salud en sus comunidades.

Bertha combina su labor de partera con las clases escolares del tercer nivel de bachillerato, que estudia gracias al apoyo de una beca, y que planea continuar hasta llegar a ser médico profesional, aunque su meta es conocer la medicina naturista y las funciones completas del cuerpo humano.

Hasta ahora, una de sus prioridades ha sido utilizar y promover el uso de plantas medicinales para sanar enfermos.

«A mí me gusta decir que siempre es mejor con plantas medicinales porque no contienen tantos compuestos químicos, son algo natural que conocían nuestros antepasados y es una herencia que tenemos y que debemos aprovechar», señaló.

La casa de Bertha es también su consultorio. Ahí proporciona consejos y tratamiento a quienes llegan tanto por embarazo como por tener algún malestar corporal.

Aunque también realiza visitas a las casas de sus pacientes, pues la mujer embarazada de las poblaciones indígenas prefiere tener un alumbramiento en su hogar y rodeada de los miembros de la familia.

Para Bertha Martínez, ser una adolescente partera no es algo sencillo, menos cuando intenta recuperar los conocimientos de herbolaria que los nativos de estas tierras conocían en detalle, muchos de los cuales se han perdido.

Ruta del tequila en Jalisco

Un jimador en acción Foto: Benjha Vidhal

Agencia EFE

El Mundo

Ricardo Ibarra

El paisaje de cactus y agaves del occidente mexicano tiene una nueva manera de recorrerse gracias a la Ruta del Tequila, una sucesión de caminos por las zonas donde brotó la planta que dio origen a la bebida más popular del país.

Impulsada por el Consejo Regulador del Tequila, la Ruta recién inaugurada transporta al visitante desde sitios arqueológicos de la época prehispánica hasta antiguas haciendas coloniales, entre un paisaje que ha sido reconocido por la Organización de la ONU para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) como Patrimonio Cultural de la Humanidad.

En el trayecto se pueden conocer los procesos de producción del tequila y adentrarse en pueblos del estado de Jalisco, en el noroeste del país, explicó a Efe la coordinadora general de la iniciativa, Martha Venegas.

«La Ruta del Tequila es una marca turística que define a un territorio en el estado de Jalisco con atributos temáticos que integran recursos y servicios turísticos, atractivos naturales patrimoniales y culturales propios de la identidad mexicana», explicó Venegas.

En la ruta, EFE pudo apreciar el procedimiento de la «jima», nombre que se le da a la cosecha del agave, conocido en el ámbito científico como «tequilana weber».

Uno de estos «jimadores» explicó en un campo repleto de agaves azules que se le llamó jimar por el particular chillido que, al levantar la planta del suelo, hace la herramienta al cortar sus largas y estilizadas hojas.

«Vamos a gemir también se decía, porque es mucho esfuerzo el que se hace. Así se fue quedando. Ya después se decía nada más ‘vamos a jimar'», afirmó a Efe el cosechero.

Los jimadores rebanan las hojas del agave hasta convertir la planta en una bola con forma de piña, que suben a los camiones para trasladarla a las fábricas de tequila.

Antes de llegar a la fábrica de José Cuervo y degustar el tequila con más de cuatro años de añejamiento, perteneciente a la «reserva de la familia», la ruta se detiene en la Hacienda El Carmen, un inmueble edificado en el siglo XVI, alrededor del cual se cultivó alguna vez maíz, trigo y sorgo, pero que ahora funciona como hotel.

La recepción en el edificio de José Cuervo, asentado en el centro del pueblo de Tequila, es en el Bar de Margaritas, continúa en el área de cocción de las «piñas» del agave, para pasar enseguida al área de destilación del licor y concluir en el almacenamiento del líquido, entre distintos tipos de barricas que logran obtener variados aromas y sabores.

Por último, la cava. En este lugar almacenan tequila que ya es un tesoro en sí, pues son licores que tienen más de 100 años en bodega.

Entorno al pueblo de Tequila hay miradores desde los cuales puede contemplarse el atardecer con el paisaje agavero como protagonista, un ambiente natural trabajado por el hombre.

Además, la ruta ofrece las haciendas y aromas del pueblo de El Arenal, cabalgatas en el paisaje agavero, vistas desde las alturas del Volcán de Tequila, aventuras extremas en ambientes naturales que incluyen ríos y cascadas, el sitio arqueológico conocido como Guachimontones y los pueblos de Tequila, Amatitán, Teuchitlán y Magdalena.

RICARDO IBARRA